Las Experiencias Guiadas fueron escritas por Silo – Fundador del Movimiento Humanista - en la década del 80, con la intención de invitarnos a reflexionar y transitar el Camino del Conocimiento Interno.
Podríamos definirlas, como «imágenes de meditación dinámica referidas a la vida del que medita, con la intención de facilitar actividades coherentes en la vida diaria".
La facultad de imaginar nuevas situaciones permite ampliar puntos de vista y reordenar proyectos de vida.
Las experiencias guiadas consisten en una serie de frases mediante las cuales se describe la escenografía mental en la que el practicante puede emplazarse.
Las frases están separadas por silencios prolongados, indicando la meditación sobre lo planteado en ese tramo de la experiencia, dándose la oportunidad de elaborar sus propias y personales imágenes.
Se trata de una invitación a observar en la vida diaria algunas dificultades que se pueden vencer y que están relacionadas con las propuestas de la experiencia realizada ese día.
El esquema constructivo de las experiencias guiadas, es el siguiente:
1- entrada y ambientación.
2- aumento de la tensión.
3- representación de núcleos problemáticos.
4- desenlace (u opciones de solución a los núcleos-problema).
5- disminución de la tensión.
6- salida no abrupta, generalmente desandando etapas anteriores. Esto último permite obtener una suerte de síntesis de toda la experiencia.
La temática de las Experiencias, están orientadas a:
- Experiencias de Relajación y Paz.
- Experiencias de Reconciliación con el Pasado.
- Experiencias de ubicación en el momento actual.
- Experiencias con el Guía Interno.
- Experiencias de Propuestas a Futuro.
- Experiencias sobre el Sentido de la Vida.
La Experiencia de Meditación de hoy es: "La Repetición", experiencia orientada en la Reconciliación con el Pasado.
La Repetición:
Es de noche. Camino
por un lugar débilmente iluminado. Es un callejón estrecho. No veo a nadie. En
todo caso, la bruma difunde una luz distante. Mis pasos resuenan con un ominoso
eco. Apuro el andar con la intención de llegar al próximo farol.
Llegando al punto,
observo una silueta humana. La figura está a dos o tres metros de distancia. Es
una anciana con el rostro semicubierto. De pronto, con una voz quebrada, me
pregunta la hora. Miro el reloj y le respondo: “Son las tres de la mañana”.
Me alejo velozmente,
internándome de nuevo en la bruma y la oscuridad, deseando llegar al próximo
farol que diviso a la distancia.
Allí, nuevamente, está
la mujer. Miro el reloj que marca las dos y treinta. Comienzo a correr hasta el
farol siguiente y, mientras lo hago, volteo la cabeza hacia atrás.
Efectivamente, me alejo de la silueta que permanece quieta a lo lejos. Llegando
a la carrera al farol siguiente, percibo el bulto que me espera. Miro el reloj,
son las dos.
Corro ya sin control
pasando faroles y ancianas hasta que, agotado, me detengo a mitad de camino.
Miro el reloj y veo en su vidrio el rostro de la mujer. Comprendo que ha
llegado el fin...
A pesar de todo, trato
de entender la situación y me pregunto repetidamente: “¿de qué estoy
huyendo?... ¿de qué estoy huyendo?”. La voz quebrada me responde: “Estoy atrás
tuyo y adelante. Lo que ha sido, será. Pero eres muy afortunado porque has
podido detenerte a pensar un momento. Si resuelves esto, podrás salir de tu
propia trampa”. (*)
Me siento aturdido y
fatigado. No obstante, pienso que hay una salida. Algo me hace recordar varias
situaciones de fracaso en mi vida. Efectivamente, ahora evoco los primeros
fracasos en mi niñez. (*)
Luego, los fracasos de
juventud. (*)
También, los fracasos
más cercanos. (*)
Caigo en cuenta que en
el futuro seguirán repitiéndose, fracasos tras fracasos. (*)
Todas mis derrotas han
tenido algo de parecido y es que las cosas que quise hacer, no estaban
ordenadas. Eran confusos deseos que terminaban oponiéndose entre ellos. (*)
Ahora mismo descubro
que muchas cosas que deseo lograr en el futuro son contradictorias. (*)
No sé que hacer con mi
vida y, sin embargo, quiero muchas cosas confusamente. Sí, temo al futuro y no
quisiera que se repitieran fracasos anteriores. Mi vida está paralizada en ese
callejón de niebla, entre fulgores mortecinos.
Inesperadamente, se
enciende una luz en una ventana y desde ella alguien me grita: “¿Necesita
algo?”.
–Sí –le respondo–,
¡necesito salir de aquí!
–Ah, no!... solo no se
puede salir.
–Entonces, indíqueme
cómo hago.
–No puedo. Además, si
seguimos gritando, vamos a despertar a todos los vecinos. ¡Con el sueño de los
vecinos no se juega! Buenas noches.
Se apaga la luz.
Entonces, surge en mí el más fuerte deseo: salir de esta situación. Advierto
que mi vida cambiará solamente si encuentro una salida. El callejón tiene
aparentemente un sentido, pero no es sino una repetición, desde el nacimiento a
la muerte. Un falso sentido. De farol en farol, hasta que en algún momento se
acaben mis fuerzas para siempre.
Advierto, a mi
izquierda, un cartel indicador con flechas y letras. La flecha del callejón
indica su nombre: “Repetición de la vida”. Otra, señala: “Anulación de la vida”
y una tercera: “Construcción de la vida” Me quedo reflexionando un momento. (*)
Tomo la dirección que
muestra la tercera flecha. Mientras salgo del callejón a una avenida ancha y
luminosa, experimento la sensación de que estoy por descubrir algo decisivo.
(*)
@CRZeballos
0 comentarios:
Publicar un comentario